Travesía serrana bonaerense marzo 2011 2

Tornquist

Al pisar el andén de Tornquist, esperamos a que el tren desapareciera en el horizonte antes de seguir camino. Algunos nos aconsejaron tomar remis en ese momento porque después se irían y no conseguiríamos. De todas formas no teníamos apuro por irnos, y nos quedamos para recorrer la ciudad principal del partido.





Primeras imágenes en Tornquist: El tren yéndose hacia Bahía dirigido por la GT229069. La estación Tornquist. El monumento a Ernesto Tornquist en la plaza central homónima.

En mi imaginación la hacía una ciudad mucho más grande, y terminé con otra ilusión de gran ciudad que se derrumbaba. El casco urbano es una retícula de 8 x 8 manzanas, con la plaza principal estrictamente en el centro, y cuatro bulevares saliéndole de las aristas. Caminamos por esas arterias tan arboladas y pitucas, buscando pasar el rato, disfrutar de ese ambiente pueblerino, o quizás encontrar algo raro en las calles. Unas cuadras entre la estación y la plaza, encontramos un kiosco donde nos empapamos de información sobre el servicio de combis entre Tornquist y Saldungaray que justamente salía desde ahí, y programamos nuestra ida a Sierra de la Ventana para el mediodía. En la vuelta por la pequeña ciudad vimos que el cuartel de bomberos es de una preponderancia insólita, que los perros tornquistenses son todos por demás de simpáticos, y que en cambio, los gansos no son tan amistosos como parecen a los lejos. Un par de vecinos nos saludaron como si nos conocieran de toda la vida, y tuvimos que fingir estar buscando la terminal de micros ante una señora que se comidió a prestarnos orientación.

El único edificio que parece antiguo y de arquitectura clásica es el teatro Falkner. Después supe que Falkner es un jesuita, el primero que se dedicó a investigar etnológicamente el sistema de las sierras, su fauna, sus particularidades; el ecosistema y sus habitantes


En una vuelta por 'el centro': Perros amigables que casi nos llevamos con nosotros. Gansos de la plaza central a punto de comernos vivos. Teatro Funke, no a mucha distancia de la estacia con su nombre.



Respecto de la vida serrana, nos llenó de gusto y a la vez de extrañeza, ver en los diarios que se propague tan fuertemente un mensaje de cuidado del agua, tanto como para que en aquella zona se reglamente limitando el uso de agua potable para lavado de coches y otras excentricidades. Bueno sería que normas así se instalen en las grandes ciudades, implicando así el cuidado del agua en muchisísimas más personas.

A las 12 subimos a la combi. El calor apretaba de nuevo, aunque el viento lo alivianaba. Recién empezaríamos a descubrir la comarca de la Ventana.



La comarca.

La comarca turística de la Ventana es un grupo de pueblos alrededor de las Sierras de la Ventana, con intención y potencia turística gracias a esa geografía. Unidos por la RP76 Tornquist, Villa La Gruta, Villa Ventana, y luego por RP72 a Sierra de la Ventana y Saldungaray. El epicentro de esta comarca está en el Parque Provincial Ernesto Tornquist y sobre todo en el cerro de la Ventana, sitio por el que, como nosotros ese febrero, muchos se acercan a la comarca. Éste, junto con el Tres Picos, son los cerros más altos de la zona.


En la combi, ávidos de comernos las sierras una tras otra.


Aquella región de altas sierras y abundantes arroyos, paradisíaca naturalmente, y con la excentricidad de aquel cerro con una abertura natural en su cima, al comienzo fue totalmente diferente. Se dice que allí, por las bondades del ambiente, estaban asentados los indios Pampa o Chechehet, una población de indios pacíficos, que convivieron con los extranjeros en tiempos de las expediciones españolas y luego en la colonización de territorio por el estado argentino. En tiempos de Manuel de Rosas, precisamente en 1833, se estableció un fortín de defensa y comunicación con Bahía Blanca, el cual creció por su estratégica ubicación y en 1863 tomó el nombre de Fortín Pavón. Por supuesto, esta fuerza implicó la ausencia progresiva de todo indio Pampa en la sierra.

Esta primera actitud ‘defensiva’ y luego evidentemente colonizadora por parte de la campaña del desierto, avanzó con el establecimiento de poderosos y latifundistas, que consecuentemente fueron desplazando del lugar a la cultura original para apropiársela definitivamente.

La vida de los nuevos habitantes del lugar sería más fácil y cómoda llegando el siglo XX, cuando se construyen los ramales entre Azul y Bahía Blanca pasando por los márgenes de la comarca, y con un emprendimiento -también de capitales ingleses, como el mismo Ferrocarril del Sud- que hizo de la zona una pionera en explotación turística. Digo eso refiriéndome al Club Hotel de la Ventana: un hotel gigante, que comprendía también el primer casino que se instaló en el país, y que durante su funcionamiento convocó a grandes figuras de la high-class argentina e inglesa. Y si bien la construcción de dicho emprendimiento comenzó en 1911, la crisis económica de los años ‘20 y una ley de juegos de azar hicieron que se decida su cierre (eso da a entender que el negocio del casino era más fuerte que el del hospedaje).

Más rico aún es enterarse que en épocas de la segunda guerra mundial el hotel recobra vida, según se dice para dar refugio a la tripulación de un acorazado alemán. Esta tripulación ayuda en la restauración del edificio y del ramal de trochita que iba de Villa Ventana –donde están las instalaciones– a Sierra de la Ventana. Se dice en el mismo rumor, que ese refugio sirvió para esconderlos y cambiar identidades. Cosas de la guerra, al pie del cerro Tres Picos.



La estación Sierra de la Ventana, que en sus inicios era la parada Sauce Grande.


Sinceramente, nosotros íbamos en la combi por la 76 sabiendo como mucho un 10% de todo lo dicho más arriba. Aún así nos deleitábamos, nos deshacíamos mirando a nuestro costado los colores y las formas del paisaje. El chofer de la traffic no me supo ubicar bien sobre cómo y a qué horas tomar su servicio desde Sierra de la Ventana hasta el Cerro, pero después lo averiguamos por nuestra cuenta. Ahora nos apuraba el hecho de acampar y dormir una buena siesta… teníamos que juntar energías para lo que venía.




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De vivencias en febrero y marzo 2011
Crónica [texto y fotos] por trenazul.
Muchos datos históricos extraídos de www.sierradelaventana.org

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