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Mostrando las entradas de marzo, 2009

Turismo Ferrofílico por BsAs, marzo 2008. Parte 2

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Episodio 2: De La Plata a Villa Rosa. Al otro día teníamos programado encontrarnos con Seri a las 11am en estación Constitución. Me levanté temprano y caminé por San Telmo en busca de un bar para desayunar. Tras algunas vueltas volví a Parque Lezama y en la esquina de enfrente me recibió el Bar Británico con un cortado y dos medialunas. En eso se hizo la hora y salí a la reunión con Seri en lo que sería, por el acceso Lima Este, mi entrada a la gran estación Plaza de la Constitución. ¡Qué! inauditos los ojos que miraban el hall de la estación más grande del país, disparados con el entusiasmo de quien quiere mirar todo a la vez. Caminé hasta la altura de las boleterías, para después volver a la plataforma 14, donde habíamos acordado encontrarnos. Allí mismo y sin discutirlo decidimos tomar el diésel a La Plata, y minutos después ya íbamos tirados por la G22 A712 y sentados en los asientos de coche turista de cuerina bordó con respaldo rebatible, en un tren medio vacío a la capital

Turismo Ferrofílico por BsAs, Marzo 2008. Parte 3

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Episodio 3: De Montserrat a Cañuelas El lunes cerca del mediodía nos encontraríamos con lagos, en Retiro. Me levanté cerca de las 8am y me bañé antes de hacer el check-out en el hotel. Así, con todo el equipaje ensima (una mochilita) iba en el domingo matutino sin apuro por Avenida Caseros y con rumbo a Parque Lezama. Después iría por Av Paseo Colón, pero no demoré mucho en llegar hasta Moreau de Justo, en la orilla del magnético Puerto Madero. Caminé por ahí hasta crucé la calle para pasarle cerca al tranvía del Este y tal vez tomarle unas fotos, después (el destino sabrá por qué) doblé, justo en calle Chile. En la esquina de Chile y Azopardo estaban los Federales, -después deduciría- como buscando una víctima. Me vieron y me pidieron colaborar con mi sola presencia, para una apertura de bolsas que no tomaría más de quince minutos. Así es que estuve desde las 11 a las 13 en el laboratorio de la Policía Federal, viendo cómo abrían bolsitas de contenido blanco y verde, y sin pod

Turismo Ferrofílico por BsAs, marzo 2008. Parte 1

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Episodio 1: De San Telmo a Puerto de frutos. El Sol de aquel sábado subía por el Este, y me caía en los ojos mientras yo bajaba los escalones de un ómnibus en la Terminal de Retiro. Ni bien sentí el fresco que hacía me puse el bucito. No tenía ningún apuro, pero estaba bien ansioso... como si intuyera la de momentos felices que iba a pasar en los siguientes tres días. Después de un rato salimos para San Telmo, a dejar las cosas en el hotel. La habitación me ofrecía un equilibrio perfecto entre lujo y comodidad; sin ese excesivo lujo que incomoda para no romper, ni marcar, ni ensuciar nada. En ese lugar cómodo, como en casa. El aire de San Telmo es especial... allá las calles son angostas, las veredas niveladas, los edificios ordenadamente parejos: todos de dos o tres pisos, con fachadas coquetamente trabajadas, mostrando estéticas arquitectónicas coloniales y europeas del siglo XIX. Los comercios son elegantes, alcanzan a distinguirse perfectamente, pero sin llamar demasi

Silencio en la noche

Esa noche estaba silenciosa… por demás. Los vecinos supongo, se habían puesto de acuerdo en apagar todas las radios. Digo eso porque no estaba la electricidad cortada, se veían luces prendidas. Igual cerrando los ojos parecía que sí porque no se escuchaban programas de televisión, cantautores anglosajones ni documentales propios de gente con insomnio. Lo raro es que tampoco se escuchaban taconeos caminar por el pasillo, ni ronquidos desde la pieza de al lado. Los grillos habían faltado a la ventana o atrás del ropero, o bien estaban todos rengos o cansados: no se escuchaba ninguno de su coro de destellos sonar. Los perros quizás no veían la Luna, o no tenían voz para ladrarle. Ni los ventiladores, ni las heladeras, ni los acondicionadores de aire hacían sonar sus motores. Los mosquitos pese al calor, parecían tener la exquisita deferencia de andar a pie para no vibrar molestosamente sus alas. El camión recolector de basura, que suele pasar ruidoso y de madrugada, esta vez faltó a la

General Electric 4GE756 en Talleres Santa Fe Cambios.

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Allá a lo lejos permanece parte del galpón. Lo que hasta la dramática década de los '90s fue porción de los gloriosos y productivos Talleres Santa Fe Cambios. Se ve así desde calle Pedro Vittori, mirando hacia el Este; pasando a través del gran llano de árboles y rieles escondidos, la ciclovía para circulación peatonal, llegamos a la estructura de metales con forma de galpón. Ahí posa hace años, inmóvil y distante, medio hundida en una fosa, la máquina General Electric 4GE756. Casi a modo de monumento urbano, la locomotora parece gritar a lo lejos, desesperada, que no nos olvidemos de sus momentos de gloria: de los años 60's, cuando las vías se llenaban de coches, los galpones de herramientas y trabajo, y en todos sus alrededores había algún trabajador cumpliendo alguno de los tantos oficios que un ferrocarril activo ofrece. Cuando hasta las vacas viajaban en tren, como los chanchos o cualquier tipo de ganado; la producción se llevaba en trenes, con coches y rieles que se