Surfeándola II: Matilde


Surfeando la ola de calor 2016
Domingo 18 febrero
Destino Matilde

El domingo en cambio salimos temprano, con la idea de una salida matutina que no implique pedalear en horas de pico de calor. Al encontrarnos en Santo Tomé, estuvimos de acuerdo en tomar la RN11 sin rumbo prefijado. Rodamos el asfalto de la ruta ya muy conocida, pero notamos varios cambios y detalles en el paisaje.

Un poco antes del Aeropuerto, pasando la primera salida a la autopista, instalaron un cartel de bienvenida a la localidad. No pudimos evitar detenernos a robar una imagen de estimo, alude de alguna forma a la cultura oriental con su escritura toda vertical.



Creo que lo más sorprendente fue ver el nivel de las aguas del Arroyo de los Padres, que dejaban la ruta en superficie por unos pocos centímetros. Tomé fotos de las banquinas cercanas, y sobre el arroyo mismo los puentes vial y ferroviario, al ras del agua.





 Llegando al Cruce Matilde volví a sacar fotos que saco siempre: antes de tomar la curva, la planta del nuevo Acueducto (muy avanzada su construcción, y llama la atención desde lejos con todas las edificaciones pintadas de azul fuerte), y sobre el puente de la autopista. Ahí le gritamos a unos perros que estaban entre las calzadas de la autopista buscando agua. Lorena se preocupó y hasta que no los vio orientados hacia los charcos, no abandonamos la tarea. Por mi parte, no quería ver cómo los atropellaban. Al final, salieron hacia los charcos ilesos.






Llegamos a Estación Matilde. Calma total, 9.30hrs. Sol fuertísimo. Panaderías abiertas: cero. Kioscos de casualidad abiertos: uno. Compramos un paquete de bizcochos materos y lo acompañamos con la infusión caliente para la cual fueron cocinados; eso, en la plaza al frente de la Estación. La Estación que tiene la inconfundible estructura de las estaciones de segunda del mitre, inglesas. A pesar de no contar con tránsito ferroviario (y con un trazado operable) las vías están especialmente puestas en valor dentro del predio de la estación, que es junto con el Molino Matilde, el corazón de esta localidad. Ahí se nos hizo una hora extraña, ni tan tarde ni tan temprano, y debatimos si quedarnos hasta que bajara el Sol o salir rápido para llegar al mediodía a los puntos de origen. Al final, convencí a Lorena para que volviéramos, sobre todo porque en Matilde no había nada para hacer, ni para almorzar, ni nada.



El Sol nos castigó durante los 15kms de ruta provincial 36S, despoblada de toda especie arbórea. Le metimos pata para reducir esa exposición solar. Repetimos la aplicación del protector, pero el Sol se reía, quemándonos de todas formas. Lo notable fue que al pasar Sauce Viejo pudimos tomar un nuevo caminito ciclista-peatonal que tiene algo de sombra, y que va desde el pueblo uno o dos kms hacia el Norte, estimo que lo seguirán hasta el Parque Industrial. Llegamos a nuestras respectivas casas pasado el mediodía, más quemados que cansados, recorrimos más o menos 90kms,


Sigue (y termina) en Surfeándola III: Esperanza

Entradas más populares de este blog

¿Por qué los animales no van en los billetes argentinos?

El tablero de dibujo

Surfeándola III: Esperanza