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Mostrando las entradas de septiembre, 2012

La permanente

Los chicos en el barrio no la conocían por su nombre, era simplemente 'la gorda'. Iba religiosamente, cada mes a la peluquería. Su problema de aumento de peso era de una prosperidad inuscitada. En el último agosto fue y se sentó en el asiento de corte con cierto esfuerzo: Sólo después de menearse un poco entre los apoyabrazos pudo acomodarse. Preparada para pasar, como era costumbre, algunas horas de charla y cotilleo, pidió hacerse la permanente.

Fugitivo.

No me dice nada. O tal vez sí, y sea algo que no llego a escuchar. Se manifiesta como una voluntad, pero frente al papel vacío, como un vacío. -Así seguirá, me digo.