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Mostrando las entradas de enero, 2009

De ciudades sutiles

Adaptación al cuento de Ítalo Calvino , ‘Las ciudades sutiles: Armilla’. Léalo dando click aquí , en el blog de mi amiga Rayuela. Conozco una ciudad que tiene un gran parecido con Armilla. Nomás que esta ciudad sí tiene pavimentos, techos y garitas para colectivos. Lo que extraña es una red de hierros -muchos ya por demás de oxidados- que intervienen en todo el largo de la ciudad: cabines, vías, señales bien altas, galpones, depósitos, locomotoras desguazadas y hasta estaciones enteras... En esa ciudad tampoco se sabe si por incompleta o por haber sido demolida se llegó a tal situación, pero se puede comprobar que las estructuras -al igual que en Armilla- permanecen, quizás insinuando un carácter indestructible, y alardean su resistencia ante catástrofes, intentos de demolición, o simplemente la fatal ignorancia. Los más viejos aseguran que fueron nuestros mismos bisabuelos quienes terminaron su trabajo sobre esas vías, y aseguran que por ahí corrieron los trenes. Pero hoy no están

Historia desde el final

La trama de esta historia está dividida en cinco capítulos. La trama propuesta devela una historia que comienza en el final y termina en el principio, pero que también puede leerse del principio al final, sin inconvenientes. Esperamos usted pueda disfrutar de esta producción tanto como nosotros (los redactores) y sea parte, con esta mínima libertad que le proponemos. Capítulo final: 'A voluntad'. Capítulo antes del final: Plantazo. Capítulo después del principio: Otro gallo le cantara... Capítulo inicial o principio: A la siesta. Capítulo antes del principio: La lluvia en la mirada.

A voluntad

Puede retrasarlo, pero no evitarlo. Como es de esperar, llegará el momento en que la desilusión arremeta, y tal vez ahogue sus penas en un bar oscuro una noche fría y de niebla espesa. Probablemente se acuerde de las historias nacidas en verano y muertas en otoño, hoy que vive un invierno de manos heladas. A lo último va a saber que su amor no era nada más que suyo, que nadie se lo entendió ni se lo devolvió. Va a tratar de diferenciar qué era mentira y qué era verdad. Va a entender que su afán por querer y su involuntaria producción de cariño la hacía preferir sufrir por amor antes que tener que dejar de amar. Y es más, no va a saber si inconscientemente amaba a quién no correspondía para poder sufrir y lamentarse con una botella a su costado y un vaso que siempre prometa ser el penúltimo. Aquí termina o empieza la historia. La narración sigue en el capítulo antes del final: 'el plantazo' . TZL; 24 de abril del 2008