Otro gallo le cantara...

El tren nocturno la llevaba por caminos inéditos. Tras la ventanilla, sólo existía la cubierta negra de la noche. El paisaje era cambiado de tal forma por la oscuridad, que no parecía el mismo recorrido hecho en la ida. Ella, sentada en una butaca verde, se suspendía entre la propia imaginación y una lectura casual, que leía con distracción: saber lo que dejó allá, era una incógnita eterna. Le parecía que el olor de la maleza alejándose la acompañaría para siempre, y cada vez con más presencia.
Acercó su mirada al vidrio, y hacia arriba vio la única luz en la plena noche... En ese momento estaba rodeada de azul, sin darse cuenta el tren y la luna, todo azul.
Al detenerse en una estación pequeña volvió a sentir el signo latiendo, demasiado fuerte como para quedarse. Las miradas ya estaban anaranjadas de sol naciente. Cerró el libro y lo puso en su bolso, que cruzó en bandolera antes de dejar la butaca verde, y luego el tren. Afuera, caminó unas pocas cuadras por calles que le resultaban raramente conocidas. Había dejado su equipaje de recuerdos y tempestades allá, en la estación de la bruma amarilla, y sin embargo el olor a maleza la atormentaba. Delante suyo se cruzó un pájaro de papel de libro de Omán, cayendo a sus pies. Detuvo el paso, lo levantó tomándolo de la cola y mientras dudaba de qué tren había tomado, trató de ubicarse. Dando vista al ya bien iluminado paisaje, miró al frente.
Allá adentro, los fantasmas la esperaban.


Viene del capítulo antes del final, 'el plantazo'.
Sigue en el principio, 'a la siesta'.
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trenazul-14jun2010
Casualidad o no, este episodio empalma con mi resolución del noveno ejercicio de El Taller.

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