Genios de la calle
Rogelio volvía de su trabajo a las 9. La noche estaba fresca pero bastante pesada, parecía anticipar mucha lluvia. Esperaba el colectivo en la esquina de Independencia y Juan B Justo. Un auto descapotable lo hizo voltear la mirada, y cuando volvió a su posición normal el colectivo pasaba frente a sus narices… No se mosqueó, siguió esperando. Un hombre de aspecto un tanto extraño se le puso al costado, le pidió fuego. Prendió uno de los fósforos y sin encender ningún cigarrillo esperó a que se consumiera completamente.