Hoy nací
La fuga. Episodio 2
Soñé que me levantaba de la cama pisando sobre nubes. La casa petrificada y muy en silencio.
Yo era la única cosa viva en ese ambiente. Tras recorrer el pequeño pasillo que va desde mi habitación hasta el depósito que había en la esquiba, la ví: Apoyada contra el borde de una mesa, reluciente, impecable, mi bicicleta nueva esperando a que me subiera.
Extrañamente es marca Vairo, y la que yo pienso comprar es Zenith. Ahí recuerdo que el sueño anterior a éste tenía imágenes de hospitales, de una doctora encantadora a la que le hacía chistes sobre mi nariz, de mis padres al borde de la cama.
Justo cuando empezaba a parecer una pesadilla, los estímulos afuera hicieron derrumbar la sensación onírica. Esto no es un sueño. La imagen en el espejo, de ese Ismael con la boca hinchada, la nariz cosida, con el codo y la rodilla derechos lastimados, la pera y la frente magulladas, son la pura realidad.
Algo pasó. Apenas recuperé del todo la conciencia, mamá empezó a llamarme para que fuéramos al hospital.
No entendía nada. Me apresuré a encender la computadora para encontrar pistas que me orientaran. Primero verifiqué la fecha, varias veces. Mi desconcierto es supremo: verifiqué el año en que estábamos. Después entré a Facebook para rastrearme en los registros. Ví las últimas publicaciones, "con esta sangre alrededor" "no estoy atado a ningún sueño ya" en versos de Pescado Rabioso. Ahí vi las conversaciones con Lagos y Viqi, mientras recordaba que ayer había rendido matemáticas.
Mamá me apura para que salgamos de casa. En el auto, al que subí con ciertos dolores en las articulaciones, le pregunté qué había pasado
-'¿Estás bien despierto? Te lo voy a contar por última vez, así que escuchame bien.'