Silencio en la noche

Esa noche estaba silenciosa… por demás. Los vecinos supongo, se habían puesto de acuerdo en apagar todas las radios. Digo eso porque no estaba la electricidad cortada, se veían luces prendidas. Igual cerrando los ojos parecía que sí porque no se escuchaban programas de televisión, cantautores anglosajones ni documentales propios de gente con insomnio. Lo raro es que tampoco se escuchaban taconeos caminar por el pasillo, ni ronquidos desde la pieza de al lado. Los grillos habían faltado a la ventana o atrás del ropero, o bien estaban todos rengos o cansados: no se escuchaba ninguno de su coro de destellos sonar. Los perros quizás no veían la Luna, o no tenían voz para ladrarle.
Ni los ventiladores, ni las heladeras, ni los acondicionadores de aire hacían sonar sus motores. Los mosquitos pese al calor, parecían tener la exquisita deferencia de andar a pie para no vibrar molestosamente sus alas.
El camión recolector de basura, que suele pasar ruidoso y de madrugada, esta vez faltó a la cita, o bien pasó mucho más temprano porque este silencio -me parece- empezó cuando terminaba la siesta y dejaron de escucharse los árboles revolear las ramas al compás del viento. Ni se escuchaba el viento, ni los chicos volviendo de la escuela… Ni los pájaros despidiendo con silbidos el Sol que se iba. Si el camión de la basura pasó temprano, se llevó con las bolsas todo el murmullo y el pequeño bullicio nocturno que ronda estas esquinas.
Aquella noche lo único que hacía ruido era el silencio. Presté atención para encontrar, aunque sea a lo lejos, algún sonido. Pero en un largo rato no encontré ni siquiera los crujidos que ejerce el techo con el fresco de la noche. El ruido del silencio era tan pero tan fuerte, que ningún sonido se le anteponía. Y era tan constante que en él no se diferenciaba ningún principio, división o final… Esa continuidad lo hacia parecer más largo. Y se tornó tan largo que empezó a ser desesperante ¿cuándo termina este sonido? Quise decirlo en voz alta, pero la voz no me salía.
Después sonó el despertador.


TZL
9 de marzo del 2009

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