La juventud perdida.

Caminando Mar del Plata, buscando carteles y ofreciéndome en posibles lugares.
Casi siempre acompañado gratamente por Noelia, bendición y fundamento de esta ubicación y esta búsqueda. El caminar era diario, y el camino marcado por los clasificados, las arterias comerciales o de grandes empresas que me pudieran contratar. Al principio, encaré este desafío –sin saber qué pesado sería– con fuerza y entusiasmo, positiva y alegremente, creyendo el objetivo cercano. Al par de semanas, ya se notaba la ausencia de resultados, cosa que incidía correspondientemente en cada próxima búsqueda, en el estado de ánimo y a veces hasta en la relación con Noe.
Muchísimas veces, durante este proceso y seguramente para evadir la situación más próxima, me invité a pensamientos profundos:

Uno, el que busca trabajo, ya está etiquetado como necesitado, desahuciado, pobrecito. A la vez, tiene que considerar todos los factores para lograr enamorar a un empleador y así conseguir lo que ya se convierte en un sueño: ser útil, tener un ingreso digno haciendo un trabajo digno. El buscador debe tener siempre bna pres, por lo que deberá peinarse, ponerse sus mejores calzados, afeitarse/maquillarse, vestir bien antes de presentarse a un empleador. Así mismo deberá caminar San Juan, Constitución, Tejedor, Alem, San Martín, Juan B Justo conservando en todos los casos las zapatillas limpias, el peinado intacto y la frente limpia de sudor. El papel de presentación, el currículum, debe elaborarse con histérico cuidado, ya que cada detalle de ese documento cuenta algo sobre el posible empleado. Así, uno debe atender a tener experiencia laboral pero no mucha, y tampoco poca, y menos que menos nula. Uno debe incluir sus estudios, pero no debe excederse de estudiado porque corre riesgo a ser descartado por miedo a que su intelecto supere al del dueño de la empresa. Usted debe intentar ocultar su estado civil soltero y sin hijos, puesto que esto lo haría parecer una persona irresponsable y poco arraigada a los compromisos. Aunque tampoco deberá decir que es casado y con hijos, porque eso significa que el tiempo dedicado a su familia dejará en segundo plano a la responsabilidad de su trabajo.
Al momento de hablar, de presentarse, de estar parado o sentado, de entrar al local, usted deberá ser cauteloso y mostrar su mejor postura, dicción y modales.
Estar al tanto de todo esto seguramente le posibilitará una buena impresión en el potencial empleador, sin embargo en la gran mayoría de casos la respuesta será simpática pero nula o insatisfactoria para lo que estamos buscando que no es caer bien como un fín en sí mismo, sino como medio para conseguir un trabajo.

Si pasara un tiempo pronunciado repitiendo este procedimiento en muchos lugares, usted comenzará a pensar que algo en su forma de presentarse –o peor, en su forma de ser- está mal; tal vez también empiece a pensar en caminos alternativos para conseguir un ingreso que le permita subsistir, o flexibilizará su tolerancia hacia empleos menos dignos que lo que debiera ser legal. Tal vez se le genere un resentimiento social o una impotencia al pensar que su búsqueda es noble y producente, y no debería ser tan difícil. Tal vez a usted le crezcan ganas de dejar de buscar empleo.

Ya sumergido en la práctica del buscador, con los cuidados al empleador ya incorporados en lo más profundo de mi ser, –aunque mis zapatillas estuvieren gastadas, sucias y rotas por tanto caminar, mi ropa fuere más cómoda y abrigada que presentable y mi pelo no estuviere peinado con gomina– he notado que en las recorridas encuentro a muchos jóvenes haciendo lo mismo que yo. Eso paralelo a los índices de desocupación, de pobreza, a la tasa de delincuencia, y a la baja edad de los que delinquen…

La juventud está perdida, sí. Perdida porque la dejaron perderse en donde después, nadie quiere ir a buscarla: está la juventud que ya se perdió porque no tiene ganas, educación o empuje para encontrarse, y por eso “decide” sumergirse en una vida de calle mediocre, sean pobres o ricos, adictos a la parranda, la embriagadse y el ocio. Y también está la juventud que busca emanciparse, hacerse un camino, emprender algún sueño o proyecto, y no hay. No encuentra caminos. Es como si faltara un eslabón, y muchos jóvenes ya no pueden “encontrarse” en la sociedad, sino es como consumidores o espectadores de los que nos quieren mostrar. Y claro, si el joven golpea puertas, y las encuentra todas cerradas, busca otro camino, entrar por la ventana o directamente quedarse en la calle... perderse en la calle; buscando, esperando, o dándose por vencido.

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Por trenazul,
agosto del 2010.
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