'Usá el teorema del seno'

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Veía la mitad del grandísimo Aula 4 desde su interior. Sentado contra las ventanas orientales, de frente a la lejanísima pizarra. Con mis lentes, mi chomba a rayas blancas y grises, mi jean de botamangas deshilachadas. Era la tardecita del lunes. 12/03/2012, feché la hoja. Esta segunda instancia del examen de matemáticas resultó sorpresivamente teórica, por lo que el cambio de enfoque me descolocó y al momento de hacer lo que ya había estudiado, no pude encontrar recursos. La chica que tenía a mi lado me vio largamente estancado y al levantarse para entregar su hoja, supo de alguna forma qué me faltaba.

"Usá el teorema del seno" me dijo. Claro, tenía los datos del ángulo opuesto y el largo de la hipotenusa, una pavada. Yo estaba buscando una forma más complicada de resolverlo. Esa chica me salvó el examen, en el que ya estaba insistiendo por tercera vez.

Creo que fue ella -y aquí el primer hueco en mi memoria- quien se quedó conversando conmigo mientras esperábamos los resultados del examen. Hablamos de cosas de la facultad, recuerdo sí, que hablamos de los talleres de la cátedra de Frontera, en los cuales pronunciando la palabra 'áureo' se conseguía la aprobación directa. Me dijo que estaba por recibirse, que sólo le faltaban esta materia y los Medios Expresivos Audiovisuales.

Con esa chica llamativamente linda, de cuerpo pequeño, bien arreglada, discreta, la cual nunca hubiera pensado que iba a serme simpática, salía del aula hacia el ascensor. Había gente esperando, y como si ya supiéramos las propias tendencias, coincidimos en tomar las escaleras. No recuerdo de qué, pero también hablamos los cuatro pisos descendentes. A punto de llegar a la puerta, ella se separó del camino saliendo hacia el bar: "yo voy a tomar algo" me dijo y yo con particular estupidez le dije "bueno chau". Supongamos por condescendencia que el desgaste mental del examen me restó reflejos, pero recién empujando la puerta de salida entendí, y creí que volver sería por demás de ridículo.

Golpeé la palma de mi mano en la frente al reaccionar. Supuse que volvería a verla pronto, salí disfrazando mi resignación de tranquilidad, y pensando en la bicicleta que iría a comprar a la tarde.

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