Peluca

En los bares de calle San Martín y caminando por esa peatonal, solía verse a un señor entrado en edad, siempre vestido con ropa clásica y lentes. Pero sobre todo rasgo, lo distinguía su notable peluquín de vivo color castaño. Si usted pregunta, nadie en Santa Fe lo conoce; aún así, todos lo reconocen.

Repentinamente y frente a un bar lleno de viejos, hoy me acordé de él: hace al menos dos años que no se lo vé por sus lugares habituales. "Habrá muerto el pobre" pensé.

Uno de los viejitos pelados, como leyéndome la mente, sonrió con picardía.

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