Diseño del destino.

Con el bolso entre las piernas, miraba a la gente rondar por la plataforma. El vendedor de revistas, el de gaseosas, el de sanguches, todos colaboraban al bullicio del ambiente, y éste colaboraba al gran bullicio de mi cabeza. Sólo faltaba que enganchasen la máquina para que pudiéramos abordar los asientos.

Trataba de negociar con mi convencimiento, estableciendo las ganancias y las pérdidas, las oportunidades y las claudicaciones que me daba esta partida. Trataba de hilvanar las causas y pretender que sean justas, para someterme. Mi cabeza iba sin pensarlo, mirando cada vez más abajo.

Algo de repente me hizo levantar la mirada. Me congelé ante lo que veía. Se detuvieron todos los pensamientos, toda la coherencia, toda la razón: Era ella preparando una sonrisa, y venía caminando hacia mí.

-¡Viniste a despedirme! no te esperaba, qué sorpresa.- Y me apuré a abrazarla.

-No vine a despedirte.- Me susurró cuando su boca estuvo en el lugar exacto.

En ese instante terminé de desconcertarme. Desde antes estaba abatido, y ahora que la tenía entre mis brazos, cosa que no esperaba, no sabía por qué estaba ahí ella, ni qué hacía ahí yo, ni qué hacíamos abrazados cuando hacía unas horas y tras un largo beso, nos habíamos despedido para siempre. De repente mi convencimiento, mi decisión, mi resignación, mi abatimiento, mi tristeza o alegría... nada de eso existía, todo se me había hecho una nebulosa.

-¿Entonces?- Me miró como esperando a que leyera la respuesta en sus ojos. Yo no podía con mi desconcierto, pensaba algunas cosas pero ninguna idea me parecía válida. Sin embargo y seguramente por la expresión de mi cara, lo resolvió antes de que pudiera decirle nada

-Vine a acompañarte.- La miré y ella sí se conformó con leer las palabras en mi rostro. Ella venía sin equipaje. Tomó mi maleta y me llevó de la mano. La formación estaba lista para abordar

-Mi vida vale tan poco...¿qué voy a llevar? ¿qué dejar? Lejos tuyo me hecho a perder. Todo lo que tengo no se puede tocar ni vender ni comprar ni ponerle precio. Está adentro mío y es para vos.

Subimos juntos.


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Santa Fe, 2 de mayo 2012
Por Elisma

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