De ciudades sutiles

Adaptación al cuento de Ítalo Calvino , ‘Las ciudades sutiles: Armilla’. Léalo dando click aquí, en el blog de mi amiga Rayuela.

Conozco una ciudad que tiene un gran parecido con Armilla. Nomás que esta ciudad sí tiene pavimentos, techos y garitas para colectivos. Lo que extraña es una red de hierros -muchos ya por demás de oxidados- que intervienen en todo el largo de la ciudad: cabines, vías, señales bien altas, galpones, depósitos, locomotoras desguazadas y hasta estaciones enteras... En esa ciudad tampoco se sabe si por incompleta o por haber sido demolida se llegó a tal situación, pero se puede comprobar que las estructuras -al igual que en Armilla- permanecen, quizás insinuando un carácter indestructible, y alardean su resistencia ante catástrofes, intentos de demolición, o simplemente la fatal ignorancia. Los más viejos aseguran que fueron nuestros mismos bisabuelos quienes terminaron su trabajo sobre esas vías, y aseguran que por ahí corrieron los trenes. Pero hoy no están los bisabuelos, y tampoco están los trenes.
En esa ciudad, entre las estructuras de esta red, también se dejan de ver casualmente niños de poco porte físico, estatura pequeña y mucho ánimo lúdico. Se los observa jugando a la pelota en aquellos terrenos, casi amistándose con las vías. Ni falta la oportunidad de ver familias infortunadas o linyeras borrachos y despreocupados que se refugian bajo los techos de aquellas, desconocidas e indelebles estructuras. La explicación que dan en esa ciudad es que un día, el ferrocarril estuvo ahí. Y hoy sólo quedan leves rastros, a los cuales los linyeras y las familias que tienen poco, bien saben agradecer.

Por cierto, estuve hablando de la ciudad donde vivo; Santa Fe de la Vera Cruz.



TZL; 5 de diciembre de 2008.
Publicado originalmente como comentario en http://en-zigurat.blogspot.com/2008/12/las-ciudades-sutiles-armilla.html

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