Puertas de la percepción


Rumbo a lo de Carlos a rendirle las cobranzas, a las 19.30hrs por calle Domingo Silva. Esta calle, desde que abrieron el paso a Facundo Zuviría, sumó mucho tráfico, y aún así los autos siguen estacionando en ambos lados de la calle. Esperé el semáforo y atravesé la avenida pensando en cómo el espacio de estacionamiento le quita cada día más lugar al espacio de circulación, en cómo resolverlo. Como si estuviera en mí resolverlo.
En la noche apenas caída, en la bocacalle de 9 de julio, una puerta a la par mío me atropelló. Invoqué a grito limpio la cavidad genital progenitora del autor de esa apertura, mientras daba una vuelta por el asfalto, en una caída perfecta.
Me levanté y miré mi integridad y mis involuntarios agresores, antes que a mi bicicleta.
-¿Estoy bien? les pregunté a mis compañeros de siniestro vial, mientras hacía movimientos danzantes comprobando que mis articulaciones funcionaran todas sin dolor. La pareja de cincuentones que salió en actitud de espanto, evidentemente no quería atropellar a nadie. Mi único dolor, que sumaba intensidad, estaba en el dedo mayor derecho, núcleo del impacto con la puerta.
- 'Disculpame querido, no te ví.' Me dijo sentido el señor robusto y en sus cabales.
- 'Yo tampoco, sino lo esquivaba.' Le dije ya levantando mi bicicleta y con gran asombro rectifiqué el manubrio, que se movió con el mismo golpe, -Hace una semana estoy tratando de aflojar ese manubrio. - pensé para mí y en secreto- mientras ya empezaba a intercambiar teléfonos con el conductor por si resultara algún problema de este incidente, que por lo pronto no iba más lejos de la lastimadura dactilar. La mujer entró a una casa, creo que tenía frío o apuros fisiológicos.
- 'Es para pasarlo por el seguro' me explicó este hombre, que también se llama Carlos. Que sin conocernos, somos vecinos de a un par de cuadras.
- 'Está bien, si no hay problema, es mejor para los dos. Y sino le aviso.'
Le saludé y volví al taller para desinfectarme la herida del dedo y hacer otro intento por ir a lo de Carlos (el primer Carlos), por el mismo camino.
Capaz que así como al manubrio, este sacudón venga a acomodarme un poco las ideas.
O capaz que no.

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