Vencedor de la segunda desgracia

No optó por recorrer cielo y tierra, por luchar con dragones y malditos para conseguir el amor de su enamorada. Luchó contra los monstruos interiores, contra el diablo que vive adentro y hace al desencuentro,  para conseguir, para criar el amor y poder corresponderlo a quien le ofrecía el cariño sólo esperando lo mismo a cambio. Tal vez una desgracia más feroz que la tradicional.
 Éste mismo señor refutaba enfáticamente el fenómeno descripto de las mujeres-libro, sosteniendo que no sólo las mujeres resultan convertidas, sino la humanidad toda tiende a esa transformación. Seguramente -continúa explicándonos- el mismo autor de aquel artículo resultó ser lágrima de alguna lectora que no tenía siquiera el gusto de trasladar su existencia a la de un volumen escrito. Yendo al fondo de la cuestión, aquel que elige tener el libro-mujer que se describe, aquel desequilibrado emocional que revive una y otra vez su historia de amor negada en páginas impertinentes, encontrando coincidencias para aparejarlas y de esa forma alardear su desdicha en cada párrafo, ese mismo angustiado puede ser a la vez 'libro' de otra persona, a quien no puede amar por estar ocupado en lamentos hacia la que no lo corresponde, o que por simple desconocimiento de ser objeto de amor, no puede actuar en consecuencia. Esta cadena infame se forma como las piedras, naturalmente. Y sólo venciendo a la segunda desgracia se lo puede remediar.


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6 agosto 2010

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