Lo que nos queda.

Hace cerca de dos años empezaron las obras en el predio Santa Fe Pasajeros, conocido por los santafesinos como Estación Belgrano. De aquello que empezó no menos polémicamente por su ilegalidad, tratándose de obras municipales entrometidas en propiedades del estado Nacional, que comenzó con un ligero cambio de veredas, hacia la demolición de los muros perimetrales del predio y todo lo que había circundando el impactante edificio, seguió -ya con los dos pies del municipio dentro de la estación- por la 'lavada de cara' de la fachada, en paralelo se trabajaba en techos, pisos, aberturas y mampostería de interiores, hoy podemos ver la recuperación prácticamente completa.

En aquel momento puse en duda la veracidad de la "recuperación de la estación" según se propagandeaba. Y aunque hice públicas mis suposiciones, esperé para ver qué estación nos dejaría aquel anunciado proceso.

Entrada a un nuevo edificio.
Desde lejos la fachada asombra, como siempre lo hizo por su tamaño y detalle en la construcción arquitectónica. Al acercarse para entrar se percibe un cambio trascendental al cruzar la calle interna, sin tránsito en lo absoluto.

Entrar es verla totalmente cambiada. No es más la suciedad y la opacidad de dejar que el tiempo pase. En el hall el piso encandila haciendo brillar en su pulido el reflejo de las luces del techo, el cual se luce con sus yesos haciendo perfecto juego con las paredes, refaccionadas con todo detalle. Aunque estando ahí lo que más se destaca es la sensación de vacío: lugar inmenso y ahora siempre tan despoblado... boleterías donde nadie atiende ni expende ningún boleto; no hay más una imagen de la vírgen de Luján, patrona de los viajeros; no se ve más un cartel indicador de destinos... ahí, uno se dá cuenta que sólo entró al edificio por curioso o porque no tiene mucho que hacer.
En el ala Este están los nuevos y modernos baños, los cuales se salen mucho de la estética que predomina en el edificio. Adyascentes a ellos está instalado el bar, nombrado haciendo honores a Juan José Saer. La instalación y presentación es un lujo, pero por su contexto y sus comensales, por su dinámica, lejos está de ser un bar ferroviario.
La percepción es determinante al cruzar las puertas de vidrio que dividen el hall del sector de andenes. Hoy, bien se podría llamar galpón, viendo que el panorama no muestra ninguna plataforma, ni vías, paragolpes, o cualquier otro de los elementos de uso ferroviario que hay en las estaciones. Ahí el vacío es enorme, aún más grande. El silencio reina en todo el edificio, y dentro del espectador que esperaba ver la estación recuperada, una desolación importante. No hay trenes en la estación. No hay pasajeros, no hay ferroviarios.

Resulta difícil creer que hace dos años, en ese lugar había una terminal ferroviaria inactiva. Hoy es aún más triste, no es ni siquiera eso: miles de pesos invertidos en fortalecer y garantizar la pérdida de la estación terminal ferroviaria Belgrano. La llamada recuperación transformó de tal forma la integridad del edificio, que hoy 'Estación Belgrano' es tan solo una marca, una referencia para convocar a aristócratas y ejecutivos a reuniones, fiestas y eventos que nada tienen que ver con el transporte. Esta terminal ferroviaria no tiene nada que envidiarle a las desgraciadas estaciones de pueblos olvidados, de andenes muertos, de trenes ausentes sin pasajeros ni equipajes. Hoy entrar a la belgrano es entrar a una estación desmantelada.

El edificio, recuperado; la estación, abandonada.
Uno podría preguntarse por qué esperaron a cerrar los andenes internos de la estación para licitar los vehículos que "impulsarían el proyecto ferrovíal". Indigna mucho enterarse que la proyectada parada del tren urbano en Santa Fe Belgrano sea a la intemperie, en un nuevo "Apeadero Estación Belgrano" lindante a la gran terminal de los seis andenes tapados. Y esto no es importante en sí, lo importante es que este estancamiento, de tener una terminal ferroviaria ocupada por cosas ajenas a su verdadera función, obstaculiza y estanca el desarrollo del sistema ferroviario en la región -a la aplicación de tecnologías que minimicen el impacto del transporte larga distancia en la traza urbana, por ejemplo. Entonces en vez preparar el lugar para la recuperación de los servicios a Rafaela - San Francisco - Córdoba(Córdoba); San Justo - Vera - Resistencia(Chaco); Vera - Resistencia(Chaco); San Cristóbal - Tostado - Saenz Peña (Chaco) y Tostado - Añatuya (Santiago del Estero); a Coronda - Rosario - Retiro (Buenos Aires), con trenes importantes que solucionan verdaderas necesidades de la gente, se tapan los andenes y se ocupa la estación con fiestas y recitales, distrayendo el desarrollo del ferrocarril valioso, el de larga distancia. El desarrollo ferroviario se estanca con la terminal de trenes concesionada por diez años a una entidad que la aliena de su función y se la apropia, poniendo a la vez un proyecto de trencitos urbanos que consagrarían un espacio digno de vergüenza, y por cierto ridículo en su nombre: el apeadero Estación Belgrano, y que comprende una infraestructura limitada sólo para trenes de corta distancia.

Cuidado con el patrimonio.
Si bien todavía la ciudad capital de Santa Fe no pudo recuperar siquiera el tren a Retiro que supo tener entre 2003 y 2007, pretendemos que las obras que se hagan para el ferrocarril sean efectivas. Con eso queremos decir, hoy que la recuperación ferroviaria late en todo el país, hay que pujar para que se haga lo mejor posible. Ejemplos como el de la ciudad de Mar del Plata, que amplía su terminal ferroviaria para también captar más frecuencias de viajes por día; como el de la provincia de Entre Ríos, que mantiene un plan paulatino de recuperación de ramales ferroviarios, reparando la infraestructura para el ferrocarril; como el de la provincia de Chaco, que nunca detuvo sus trenes y hoy, uno de sus dos servicios larga distancia llega a Los Amores, provincia de Santa Fe. De todos estos ejemplos, que no se hacen desde la omnipotencia de una ciudad, sino articulándose y solidarizándose entre las administraciones municipales, provinciales y la nacional, debemos imitar lo mejor. La Estación Ferrocarril Belgrano no debe ser sólo un nombre, ni quedar en la historia: es un nodo ferroviario que puede darnos muchos más beneficios que un recital o evento de gala. Destapar los andenes y hacer correr trenes largos puede unirnos al menos con tres capitales provinciales, además de la capital de la República; puede acercarnos a gran cantidad de pueblos de nuestra provincia y país, y eso, con todo lo que conllevan las distancias, no puede desperdiciarse.
Que no se nos pase el tren, por estar atentos al trencito.

Ismael Mahfoud, 1 de diciembre 2010.


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