Tramo 2: A la siesta rumbo a Ezeiza. La misma tarde del día de su cumpleaños, salimos con Seri de vuelta a la estación Gerli para tomar el tren eléctrico a Ezeiza. Esperamos poco y nos incorporamos a un tren lleno, mitad por pasajeros y mitad por vendedores ambulantes, muchos que aprovechaban el calor reinante para tener éxito en su venta de gaseosas o helados. Íbamos parados, y en eso vi algo verde entre mis pies: cuidé de no pisarlo y no me distancié, para que tampoco lo pise nadie más. Mientras tanto, entre los choques de canastas y conservadoras, las cajitas de turrones y los nenitos a los que se les caían las tarjetas y los señaladores, llegó cuando pasábamos estación Turdera un vendedor de perfumes, que -lamento decirlo- es el peor vendedor ambulante del que puedo dar testimonio: La fluidez en el discurso era cosa desconocida para él, y nos contó buena parte de su historial laboral para argumentar la calidad de los perfumes. Repetía cosas innecesarias, evidenciando su inseguridad...