Foráneos marajeando. Sábado 19, 16.00hrs: El maletero de la terminal no entendía qué hacía yo sentado ahí, en un banco de la estación soleada y desierta. De a poco se hicieron las cuatro y cuarto de la tarde, y ella me avisó que creía estar entrando a la ciudad mientras el colectivo entraba a la terminal. Al ver los pasajeros bajando, miré desde lejos para ver si la reconocía. No sé si era el Sol sobre ella, su vestimenta casual, su forma de sostener las manos en las tiras de su mochila. Tal vez su forma de pararse, normal pero por alguna razón transmitiendo seguridad, decisión y actitud propia. O tal vez me simpatizaron su estatura y su piel de tez clara, suave hasta a la vista… Allá estaba ella. Repasé dos o tres veces para asegurarme de no estar errado… y atónito por el encanto o el asombro, sólo emití un pensamiento: ‘qué linda es’. Me acerqué a recibirla, y juntos estrenamos bajo los generosos rayos del Sol siestero, nuestros pasos sobre la ciudad costera. La avenida...