Fugitivo.

No me dice nada. O tal vez sí, y sea algo que no llego a escuchar.
Se manifiesta como una voluntad, pero frente al papel vacío, como un vacío. -Así seguirá, me digo.
Me acuesto, me tapo, intento relajarme... pero no. Está ahí, a medio camino. Lo intuyo en mis sienes y en mi nuca, cada vez con más fuerza. Detrás de bultos molestos, opacos, inútiles. Intento ignorarla, pero con los ojos cerrados, puedo verla empujando por salir.
Va a atravesarme por la nuca partiéndome los sesos, o llegar a mis brazos para estrangularme y salir con mi último aliento, si pretendo dejarla encerrada. No me va a dejar dormir.

Si tengo suerte, ésa es la idea. Sino, que Dios me salve de ella.

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